Se desprende de la comunicación que, es algo similar a que hay que programar cuándo enfermarse, y atento a ello, también prever la condición de urgencia o tiempo de espera para ser atendido.
El "estatuto" que rige la atención no es respetado por los médicos, quienes no reparan en los pacientes, los que, estoicamente acatan la reglamentación, y al momento de ser atendidos sufren el desprecio en sus derechos.
Al respecto cabe graficar situaciones tales como: luego de tediosa espera por el término de varias horas, a los circunstanciales pacientes se les comunica: "El doctor no va a atender", porque lo llamaron por una urgencia en la actividad privada, o la esposa le dijo la vaya a buscar para ir a un acto escolar...
Los maltratados ocasionales pacientes padecen tales circunstancias con asiduidad.
Ante el aviso de "niveles de atención", cabe preguntarse quiénes hacen las veces de jurado en la antesala -sala de espera- para indicar que paciente debe ser atendido, con urgencia, o si la razón por la que se concurre al hospital no reviste gravedad, por lo que la espera puede prolongarse entre 120 y 240 minutos.
Las ocurrencias disparatadas no tienen "niveles de atención" límite; por ahí, surge crear una junta calificadora de turnos que posibilite emplear en organismos del Estado a agentes de salud que compense la demanda de devolución de favores políticos.
